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Pacho Viejo

Una tarde lluviosa, como suelen ser las de otoño en el bosque de niebla, la función en Pacho Viejo estaba programada para las tres. El salón ejidal 2, sede habitual de la colectiva Sembrando Raíces Espacio Itinerante, se transformó una vez más en sala de cine. Allí, espacio donde ya de por si suceden talleres y encuentros con jóvenes y niñeces, se preparaba la proyección del FICCTERRA.


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Las integrantes de la colectiva nos contaron que quisieron ser sede del festival porque comparten la idea de un cine donde las infancias y juventudes puedan verse y escucharse, un cine que dialogue con los saberes, la organización y las historias contadas desde la otredad. Cine más allá del circuito comercial, que impulse a los pueblos a narrarse desde sus propias voces y decisiones.


Sembrando Raíces busca precisamente eso: propiciar el encuentro, sobre todo en comunidades periféricas como Pacho Viejo, donde algunas de ellas crecieron. Nos platican que no hay muchas opciones culturales en la zona, y que, al estar tan cerca de Coatepec, también enfrentan problemáticas similares: la presión sobre el agua, la pérdida de biodiversidad, la falta de presencia.


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Aun así, las actividades que realizan han ido formando una audiencia participativa. Para esta función, enfocada en juventudes, visitaron previamente las secundarias para invitarles. La lluvia no impidió que, poco a poco, fueron llegando grupitos de niñas, niños y jóvenes. Con palomitas en mano, fueron ocupando sus lugares, entre risas tímidas y curiosidad por lo que estaba por comenzar.


Una de las películas proyectadas fue Corazón de Obsidiana, que retrata diversas realidades en torno al Pico de Orizaba: la deforestación, el observatorio del radiotelescopio, el turismo de montaña y sus impactos, así como las alternativas comunitarias que emergen. Roque, su director, estuvo presente. Nos habló de los desafíos de filmar en condiciones climáticas difíciles y en contextos sociales complejos. Escucharlo fue también una invitación a reconocer la diversidad, riqueza y fragilidad de los ecosistemas que habitamos y que nos conectan. Ese mismo volcán que desde lejos se asoma con su glaciar brillante, esta vez lo vimos desde cerca, con sus múltiples rostros.

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Durante la proyección de Binigulaza, la colectiva repartió marcos de madera y pinceles. La idea era pintar elementos significativos del territorio: aves, montañas, ríos, flores, animales, el café, la gente. Pronto las mesas se llenaron de color. Más tarde llegaron varias mamás que se unieron a la actividad, compartiendo risas y conversaciones con las y los jóvenes.

Fue hermoso ver cómo la sinergia entre Sembrando Raíces y la comunidad se ha ido fortaleciendo.



El FICCTerra se enriquece con este tipo de alianzas que tejen continuidad en el territorio. Procesos donde las juventudes se escuchan y, al mismo tiempo, escuchan otras experiencias desde los pueblos, desde los cuidados y la memoria viva de los lugares que habitan.



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FICCTerra 2018-2025. Derechos Colectivos.

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